un minuto de silencio?

Cuando empiezo a escribir aún no sé como titularé esta entrada. Ha muerto Pavarotti después de una vida regalándonos su voz. Para quienes no hemos convivido con él no es algo irreparable su muerte. Seguiremos viendo las grabaciones y escuchando tanto su música como sus palabras en distintas entrevistas. Como la muerte forma parte de nuestra cotidianía diré que se ha muerto de la mejor manera posible y con las mejores atenciones. Y nosotros, aqui tan lejanos, seguiremos pensando que vive porque si queremos, no dejaremos de escucharle. Todos los medios de comunicación se han volcado tanto en alabanzas como en tiempo dedicado a este gran hombre, en todos los sentidos. Incluso tenía un puntito de generosidad y todo. Dicen.

 

En lo que a mi respecta, estimaba su voz como algo bello, bellísimo, capaz de  erizar la piel. Y pienso seguir gozando de ella. Gracias por haber existido, Luciano.

 

El punto amargo del día lo puso el naufragio en Barbate de un pesquero con tres muertos y cinco más seguro. Será necesario que se recuperen sus cuerpos para que su familia pueda sobrevivir económicamente cobrando el seguro. Si no habrán de esperar 10 años, tengo entendido (ojalaá me equivoque, pero sobre todo, ojalá encuentren los cuerpos). El diario La Bahía de Cadiz habla en su portada del Congreso de Flamenco y no sé que problema al respecto. El resto de los diarios de la provincia  citan la noticia  del naufragio como una más. Se les ha dedicado un tiempo prudencialmente escaso pero aún así se pudo escuchar la voz ronca y quebrada de un marinero que decía "por unas putas 120.000 pesetas".

Desde mi perspectiva nunca he visto a esos marineros, ni los he escuchado ni escuchare. Su familia tampoco los va a volver a escuchar ni ver. Puedo imaginar su mundo porque conozco otros marineros, pero cada uno es singular así que caerán en el olvido antes de que llegue el fin de semana. Supongo que a Pavarotti le harán homenajes póstumos variados y podremos ver en tv alguna que otra selección de su música.

 

Nada es comparable, y cada pérdida humana es irreparable. Pero unas parecen ley de vida y otras producto, una vez más, de la miseria y la necesidad.

 

Pero lloremos a Pavarotti, nosotros que lo quisimos tanto.

 

Sigo sin tener título para esta entrada amarga… silencio