El viernes mi amigo Tomasico tuvo que poner punto final a la vida de kika la perra que compartió miles de risas, viajes y amistades con él durante 12 años. Desde que lo conozco me habló de ella y yo que nunca quise saber nada de seres que me miren pendientes de mis gestos por, precisamente, temor al dolor en momentos como los que él vive, me he sentido afectada por el paso que tuvo que dar y sentí su dolor y afiancé mi decisión de no pasar nunca por ese momento. Por donde iba kika llamaba la atención, unos la querían comprar, otros se paraban con ella para hacerle gracias, otros simplemente la acariciaban porque no podían resistirse a hacerlo. Pero ella, y sobre todo en estos últimos días, solo quería estar con Tomasico y que se la llevara con él de aquel sitio tan raro donde le hacían daño muchas veces y se sentía tan mal. De todos modos, incluso alli, consiguió que la veterinaria la llamara caramelito y se le quebrara la voz cuando se tomó la decisión final. Y solo había estado allí unos pocos días.
Pero mas que nadie la ha llorado quien decidió que no siguiera sufriendo y la acompañó hasta el momento final en que cerró los ojos y se quedó quieta para siempre.
Pero todos sabemos que Kika estuvo aqui y vivió momentos geniales con Tomasico que también está impregnado de esa misma filosofía por la que la gente que lo conoce, se queda junto a él. Esto es lo que escribió en medio del dolor.
Tus ojos me hablaron por primera vez hace ya más de doce años. El escaso palmo que separaba tu lomo del suelo hacía que me vieras como un gigantesco ser de ignoradas intenciones. Tus ojos me contaron entonces una historia de miedo, desconfianza y desarraigo.
Pero el cariño que te di, ese que tú luego me devolviste con un interés tan alto, cambió radicalmente esa historia. Tus ojos seguían contando historias pero todas ellas hilvanadas con un mismo hilo conductor. El amor.
Ese mismo amor que hoy ha partido mi corazón en dos cuando por tus venas entraba el líquido que te ha alejado del dolor y el sufrimiento, pero que también te ha alejado de mí.
Tus viejos párpados se han cerrado para siempre, Kika. Ya no nos contarás más historias con tu mirada. Pero en mi recuerdo y en el de todos los que te conocieron y quisieron, esas historias serán contadas una y otra vez por toda la eternidad, Kika.
Todo el mundo sabrá cómo me reconfortabas en los malos momentos apoyando tu cabeza en mi pecho. Todo el mundo sabrá cómo tu hocico húmedo se abría paso bajo mis manos, buscando esas caricias que forjaron nuestro cariño.
Y cuando todo el mundo sepa lo especial que eras, será como si aún estuvieras entre nosotros, arrancándonos ternura con tu pequeño cuerpo suave, con tu rostro caprichosamente decorado a dos colores.
Será como si nunca te hubieras ido.
Hasta siempre, Kika.
Un abrazo Jose Antonio
KIKA
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